POSGRADO PREVENCION Y READAPTACION – FCM UNLP
Revisión sistemática y meta-análisis. Se obtuvieron estimaciones agrupadas de las tasas de incidencia de lesiones por 1000 exposiciones de deportistas (IIRAE) y por 1000 minutos de exposición (IIRME) mediante el ajuste de modelos de efectos aleatorios.
Estudios de cohortes prospectivos publicados en revistas revisadas por pares y que informaban de datos sobre lesiones (es decir, incidencia, gravedad, localización, tipo, mecanismo o factores de riesgo) entre los atletas que participaban en competiciones de karate de estilo olímpico.
Se incluyeron 28 estudios. La estimación de la IIRAE y la IIRME fue de 88,3 (IC del 95%: 66,6 a 117,2) y 39,2 (IC del 95%: 30,6 a 50,2), respectivamente. La región del cuerpo más frecuentemente lesionada fue la cabeza y el cuello (mediana: 57,9%; rango: 33,3% a 96,8%), mientras que la contusión (mediana: 68,3%; rango: 54,9% a 95,1%) y la laceración (mediana: 18,6%; rango: 0,0% a 29,3%) fueron los tipos de lesión más frecuentemente reportados. A pesar de la inconsistencia en la clasificación de la gravedad de las lesiones, los estudios incluidos informaron de que la mayoría de las lesiones estaban en la categoría menos grave. No hubo diferencias significativas en la IIRME entre los atletas de karate masculinos y femeninos (razón de tasas 1,09; IC del 95%: 0,88 a 1,36).
Artrodesis de Tobillo por vía Artroscópica
Cirujano de rodilla y fundador de Fortius Clinic, Londres, Reino Unido; profesor en el Imperial College de Londres; e investigador senior honorario del Departamento Nuffield de Ortopedia, Reumatología y Ciencias Musculoesqueléticas de la Universidad de Oxford. Se licenció en el King’s College Hospital de Londres en 1987. Se formó en ortopedia en el Royal National Orthopaedic Hospital, Stanmore, y realizó una beca de un año en Brisbane, Australia, con Peters Myers y McMeniman. Aquí es donde comenzó su experiencia con la cirugía relacionada con el deporte. A su regreso al Reino Unido, en 1997, se convirtió en profesor titular/consultor honorario en el Royal National Orthopaedic Hospital de Stanmore.
Logan M, Dunstan E, Robinson J, Williams A, Gedroyc W, Freeman M. Cinemática tibiofemoral del ligamento cruzado anterior (LCA) con deficiencia de peso, rodilla viva empleando imágenes de resonancia múltiple «intervencionista» de acceso vertical. Am J Sports Med. 2004;32(3):720-726.
Johal P, Williams A, Wragg P, Hunt D, Gedroyc W. Tibio-femoral movement in the living knee. A study of weight bearing and non-weight bearing knee kinematics using ‘interventional’ MRI. J Biomech. 2005;38(2):269-276.
Plasma Rico en Factores de Crecimiento en Traumatología
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Pérez-Martín L, Augustovicova D, Martínez-de-Quel O, Tabben M, Arriaza R. Lesiones graves de rodilla en atletas de karate clasificados para los Juegos Olímpicos de Tokio: un estudio retrospectivo. J Sports Med Phys Fitness 2021;61:1117-24. DOI: 10.23736/S0022-4707.21.12709-4
Instituto médico arriaza y asociados del momento
Las roturas del tendón de Aquiles representan la rotura tendinosa aguda más común en el cuerpo humano (1), y con frecuencia se diagnostican únicamente en base a la exploración clínica, pero se considera que hasta un 25% de ellas pueden ser diagnosticadas erróneamente por el primer clínico que examina al paciente (2). Cuando tardan más de 4-6 semanas en recibir un diagnóstico y un tratamiento correctos, se denominan crónicas, desatendidas o retardadas, y representan un problema terapéutico difícil debido a la retracción y la cicatrización de los muñones del tendón, que crean una brecha que puede ser de varios centímetros (3). Aunque no hay consenso sobre el tiempo concreto en el que un desgarro agudo se convierte en una rotura crónica, 4 semanas parece ser el intervalo más aceptado (4). Independientemente de la falta de una definición cronológica precisa, las roturas desatendidas se caracterizan por la dificultad de conseguir una aposición de los extremos del tendón con la flexión plantar del pie durante la reconstrucción quirúrgica.
En el pasado, varios autores recomendaron el uso de un colgajo superficial invertido de la fascia del gastrocnemio para cubrir el defecto (5-7). Muchos otros autores han utilizado diferentes tejidos para cubrir el hueco tendinoso, desde tendones locales, como el flexor hallucis longus (FHL) o el tendón del peroneo brevis (8,9), hasta tendones distantes, como el semitendinoso o el gracilis (10,11). Aunque el uso del tendón del cuádriceps para el tratamiento de las roturas crónicas del tendón de Aquiles se publicó por primera vez en 1995 (12), son escasas las referencias posteriores a dicha técnica (13), salvo para tratar la tendinosis distal del Aquiles y, de hecho, la técnica utilizada en nuestro estudio se publicó en la literatura inglesa en 2016 (14). Una de las revisiones más amplias de la historia de las opciones de injerto para las roturas descuidadas del tendón de Aquiles, publicada en 2008 ni siquiera consideraba el injerto de tendón del cuádriceps como una opción para el tratamiento de los déficits tisulares en las roturas crónicas del tendón de Aquiles (15).